Ta Cándido, en su juventud, encontró una gran pieza, el Monolito de Cheguigo. Un monolito tan magnífico y enigmático, que pronto llamó la atención del centro del país. Bajo pretexto de hacerle algunos estudios se extrajo la pieza de la comunidad, y ahora se encuentra en el Museo Nacional de Antropología, de la Ciudad de México. Unas seis décadas después, Ta Cándido, acompañado por la maestra Edith y Carlos, viaja a la capital a reencontrarse con el monolito. Con el deseo íntimo de recuperarlo, que regrese a su hogar, en el Museo Comunitario de la Cultura Zapoteca.
En el documental Binnigula’sa’: los antiguos zapotecas, Jorge Ángel Pérez hace la crónica de un hallazgo, una extracción y un reencuentro. Pero más ambiciosa, esta ópera prima apoyada por el Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica (ECAMC) propone una reflexión sobre la historia, la idea de Nación, las diversas formas de preservar o divulgar la memoria.
Binnigula’sa’: los antiguos zapotecas tiene su estreno en la sección Pulsos de la 20 Gira Ambulante. Platicamos con el director Jorge Ángel Pérez sobre este ejercicio de memoria, que también es un ejercicio de imaginar una, varias naciones.
¿Cómo llegas a la noticia de Ta Ca´ndido y de la pieza que descubrio´?
Estaba investigando sobre las piezas arqueológicas de la región. Había una confusión en la comunidad; sabíamos que el monolito de Cheguigo había sido encontrado por Hui Tarala, una persona que falleció hace muchos años.
Pero durante la investigación nos comentaron de otra persona que descubrió´ la pieza; así conocimos a Ta´ Candido. Él encontró´ la pieza y se la llevo´ a su casa. Al otro día, cuando llegan las personas, quien las recibió´ fue su hermano. Por eso se genero´ la confusión: todos pensamos que quien había descubierto el monolito era el hermano.
En Binnigula’sa: los antiguos zapotecas muestras una arqueología cotidiana que se desarrolla en Juchitán: la gente va al campo, encuentra pequeñas piezas, reconocen su importancia y hacen su aprendizaje empírico de arqueologi´a.
En la comunidad hay un vínculo muy fuerte con las piezas, los niños las tocan, conviven con su historia; algo que en el Museo de Antropología no ocurre: todo son paredes, cristales y tienes un límite.
Queríamos mostrar cómo en la comunidad están descubriendo piezas constantemente y conviven con ellas. La película reconoce su conocimiento empírico tan importante como el del antropólogo que trabaja en el INAH. La profesora Edith sabe muchísimo de arqueología porque ha leído, ha ido a cursos y se ha capacitado. Ta´ Cándido encontró´ la pieza, la toco´, sabe cómo estaba colocada. Cuando nos reunimos con las personas del Museo de Antropología, ellos supieron nuevos datos de la pieza porque Ta´ Cándido les conto´.
En la escuela, la profesora Edith invitaba a Ta´ Cándido para que contara su experiencia de vida.
En la Ciudad de Me´xico, la maestra Edith y Tá Cándido se encuentran con Martha Carmona, curadora de las salas de culturas oaxaqueñas en el Museo Nacional de Antropología, ¿co´mo llegan ahí?
Debo reconocer que apelamos a nuestra identidad indígena: mandamos escritos diciendo: “queremos grabar a Ta´ Ca´ndido, él encontró´ la pieza y nosotros somos cineastas zapotecos; esas piezas son de nuestra comunidad, de nuestro estado”. Eso abrio´ las puertas, decir que veníamos a hacer algo que tiene que ver con nuestra historia.
En este encuentro presentas dos concepciones de lo que podría ser un país. Cuestionas: ¿Somos las vitrinas de un museo de antropología o un grupo de comunidades?
Para mi´ estaba claro lo que quería cuestionar. Después hubo un trabajo más artístico, para que la película no quedara como un panfleto; quería que fuera una película con una postura política y que además genere emociones.
Una de las posturas era cuestionar la idea de Estado. Martha Carmona representa al Estado; pero a partir de la historia de Ta Ca´ndido tratamos de mostrar otras formas de entender este territorio que se llama México: que cada uno de los pueblos entiende de manera distinta la historia y la preservan a través de sus piezas arqueológicas, en museos comunitarios.
Pensar que el resguardo de la historia es meter piezas en cajas de cristal esta´ rebasado. La película muestra otras formas de preservar la historia.
Incluso una de las escenas lo muestra: mientras el monolito es fundamental en la identidad de los zapotecas, cuando la sitúas en el museo se aliena, deja de tener significado. Es una pieza más y deja de ser tan importante como si estuviera en Juchitán.…
Cuando entran en este bloque de cemento y metal, las piezas pierden su historia, su sentido y su fuerza; ahí´ son trofeos. Fue la construcción visual de la película: por un lado mostrar la frialdad de la ciudad y el Museo de Antropología, y por otro, la calidez del museo escolar. Con los niños, las piezas están en su estado natural; ves la luz y hasta el reflejo de las hojas. Y en el Museo de Antropología hay frialdad y una luz directa, las piezas son trofeos metidos en vitrinas.
¿Co´mo fue con Martha Carmona este encuentro?
Puede parecer que jugamos con su discurso, pero en realidad ella elige su postura.
Le explicamos que venía la persona que había encontrado la pieza y que quería platicar con ella. Ella nos dijo: “soy la curadora y quiero que me entrevisten en mi sala, con la pieza” y así´ lo construimos. También entrevistamos a otras personas del Museo Nacional de Antropología que al final no quedaron en la película, ellos nos pidieron hacer las entrevistas en sus espacios de trabajo, lo cual respetamos. No esperaban que entre nuestras preguntas estuvieran pedir que regresara la pieza a la comunidad, pero tenían muy clara la respuesta.
Con este documental propones mensajes sobre la memoria y la identidad de las comunidades, un ejercicio que se fomenta desde el trabajo documental que realiza ECAMC.
Es importante tener convocatorias y apoyos como el ECAMC. Sin ellas, estas historias no se podrían contar, o hubiese costado muchísimo más trabajo lograrlo.
Estos espacios, y la apertura en festivales para películas y realizadoras y realizadores indígenas, son resultado de las personas que tomaron la cámara antes que nosotros. Somos el resultado de esas generaciones, ahora somos una mezcla de generaciones que hacemos audiovisual y tenemos la posibilidad de encontrarnos con espacios de formación dirigidos a pueblos indígenas.
La mezcla del conocimiento que teníamos con las nuevas herramientas, enriquece nuestra manera de contar nuestras historias. Quizá´ sin un apoyo como el ECAMC no hubiéramos podido hacer un buen diseño sonoro: la película no se hubiese escuchado de la misma manera. Eso se está´ logrando con estos apoyos: que demos ese saltito en términos de producción.
Nuestras historias son importantes, se tienen que ver en la mejor calidad. Se tienen que filmar con una cámara de calidad; se tienen que mezclar en una sala tan importante como la de Estudios Churubusco. Desde ECAMC estamos accediendo a herramientas a las que difícilmente podríamos llegar si no fuera por estos apoyos.
No hubiera imaginado que esta historia debi´a tener una agregada de animaciones. ¿Co´mo fue esta experiencia?
Siempre había pensado que quería animaciones para contar momentos específicos de la historia. Se hicieron tres, para que cada personaje tuviera su propia expresión: la historia de cómo Ta´ Cándido encontró´ la pieza y la nostalgia que le da; la maestra cuenta algo más fantasmagórico, deambula en las calles y busca la pieza. Y la última animación, la de Carlos, es qué pasaría si regresa la pieza; tiene que ver con la generación que continuará la historia.
Carlos Gamboa, de la Ciudad de México y dos animadores oaxaqueños: Gabriel Armengol e Irwing Galán, fueron quienes hicieron las animaciones.
Binnigula’sa’: los antiguos zapotecas (México, 2024). Dirección: Jorge Ángel Pérez. Producción: Itzel Sacnité García Chávez, Christian Yamurith Gallegos Macario. Película realizada con el Estímulo a la Creación Audiovisual en México y Centroamérica para Comunidades Indígenas y Afrodescendientes (ECAMC). Guion: Jorge Ángel Pérez, Armando de la Cruz Ávila. Cinefotografía: Pablo García Morales. Edición: Armando de la Cruz Ávila. Sonido: Aldo Arellanes Antonio. Música: Feliciano Carrasco Regalado. Reparto:Cándido Toledo López, Carlos Daniel Toledo, Edith del Socorro Guerra Vázquez. Locación: Cheguigo Sur, Juchitán, Oaxaca. Lengua: zapoteco (Dixazà).